¿El amor garantiza la fidelidad?

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Entendamos la relación que existe entre la infidelidad y el amor

“Hasta que la muerte nos separe” Este mandato refuerza la fantasía de los enamorados de que el otro no puede desear a nadie más. Así, se da por sentada la ilusión de que el amor se encadena al deseo, procurando una permanencia estática en el tiempo.

Sin embargo esto no es posible, uno no deja de desear por más enamorado que uno esté. Para las personas inseguras, que el deseo siga circulando desespera y puede llegar a generar muchos conflictos en la pareja. Pero tenemos una terrible noticia, no se puede hacer nada. El deseo va a seguir su rumbo nos guste o no.

No estamos afirmando que es imposible ser fiel, ni justificando el acto infiel. Si hay algo en los seres humanos que nos hace especiales es nuestra capacidad de elección, con lo cual cada quién se tendrá que hacer cargo de lo que desea. Poder entender cómo funcionan los vínculos por fuera de la perspectiva moral, nos convoca a reconocer la fragilidad de nuestros lazos, con el objetivo de exigirnos menos y cuidarlos más.

Infidelidad, amor y deseo

Comúnmente se suele pensar que la infidelidad pone el acento sobre el amor y el deseo, como si estos fueran dos afectos que van de la mano, pero en realidad es que tienen profundas diferencias. Por un lado, el deseo surge de un modo intermitente, siguiendo un impulso y busca la satisfacción inmediata (reducción de la tensión que genera); una vez satisfecho, desaparece para volver a aparecer después, con la misma persona o con otra. El deseo se nutre de la falta, es decir, una pérdida puede ser el motor de una nueva capacidad de desear.

El amor, en cambio, se regocija en el vínculo y anhela la permanencia en el tiempo. Allí la pérdida produce un efecto contrario, experiencias de derrumbe, sentir la ausencia extrañar, etc. Es decir, deseo y amor no son la misma cosa. Se suele pensar que el enamorado encadena su deseo de manera permanente al ser amado, cuando lo cierto es que el deseo no se deja apresar y continúa su recorrido por muy enamorado que alguien esté.

Con lo cual, el mandato “que dure para siempre” pone de manifiesto la búsqueda banal de una certeza imposible. Porque el amor no trae por añadidura la fidelidad. De hecho, en las relaciones humanas no hay nada natural, son una construcción cultural. Partiendo de esa base es que podemos pensar en la individualidad de cada quien, atravesada por su historia, y en esos márgenes los modos de abordar los acuerdos de pareja.

infidelidad-amor-deseo

¿Se puede volver de una infidelidad?

Generalmente sufrir una infidelidad genera un enorme dolor. La sensación de que algo se ha roto es inevitable, el valor y la confianza en uno mismo se ve menoscabado. El engaño produce una herida narcisista y eso deja secuelas, porque esas heridas jamás se curan de todo. Con lo cual, esa persona tendrá que aprender a convivir con la falsa ilusión de no haber podido ser todo para el otro.

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